DÉJANOS SER PERFECTOS
Recordad, pues, la fe que sacaba a los hombres de su casa
con la llamada de un predicador errante.
Nuestro tiempo es el tiempo de virtud moderada
y vicio comedido
en que los hombres no guardan la Cruz
porque nunca más la harán suya.
Más nada es imposible, nada, oidme,
para el hombre de fe y convicción,
Déjanos ser perfectos.
Ayúdanos, Señor.
T.S. Elliot
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