De rabiosa actualidad está el tema de la posesión de los hijos, debido al asunto del "pin parental" que la extrema derecha ha suscitado demagógicamente. La mayoría de cosas que se dicen sobre lo que quiere programar sobre la familia el gobierno actual son falsas noticias y estúpidas mentiras.
¿Es válido afirmar, sobre todo si se dice como reacción: «¡Mis hijos son míos, nos quieren quitar nuestros hijos!? Bien sabemos que los hijos como hecho biológico, no es asunto del todo trascendente. A cuántos padres se les tiene que quitar la custodia, algo tremendamente doloroso, aunque sean sus hijos. Lo terrible de todo esto es que esta polémica no sirve más que para enervar y alarmar a la gente, buscar el enfrentamiento entre distintos puntos de vista que con moderación de una parte y otra, pueden muy bien conciliarse.
En la Biblia se dice que el primer hijo nacido en una familia pertenecía a Yahvé. También creemos que somos todos una familia, formada por los hijos de Dios. Y me permito transcribir, aunque sea algo largo, el bello poema que escribió Khalil Gibran sobre los hijos en su libro "El profeta».
LOS HIJOS
Vuestros hijos no son vuestros hijos.
Son los hijos y las hijas de la llamada de la vida a sí misma.
Vienen a través vuestro, pero no de vosotros.
Y aunque estén con vosotros, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor pero no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis abrigar sus cuerpos pero no sus almas, pues sus almas habitan en la mansión del mañana, que vosotros no podéis visitar ni siquiera en sueños.
Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no intentéis hacerlos a ellos como a vosotros.
Ya que la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.
Sois los arcos por los que vuestros hijos, cual flechas vivas, son lanzados.
El Arquero ve el blanco en el camino del infinito y Él, con Su poder, os tensará, para que Sus flechas puedan volar rápidas y lejos.
Que la tensión que os causa la mano del Arquero sea vuestro gozo, ya que así como Él ama la flecha que vuela, ama también el arco que permanece inmóvil.
Khalil Gibran
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