sábado, 19 de junio de 2021

EL PASEÍLLO TRIUNFAL

 


Durante dos días en las pantallas de los televisores las imágenes se repitieron hasta la saciedad. Vimos al “emperador” Biden y a nuestro jefe de gobierno realizar un brevísimo paseíllo juntos. Duró 29 segundos. En ese tiempo se tendrían que haber hablado de urgentes y graves problemas: que si el Sáhara, los migraciones, Marruecos…  Pero solo dio para dar una imagen propagandística y bastante vergonzante.

 

Los poderosos, que dicen representarnos, se reúnen en grandes cumbres para programar sus acciones políticas sin contar con la gente. Ellos se retratan en imágenes más o menos espectaculares y creadas para la posteridad. Luego, a puerta cerrada se besan o se tiran los trastos a la cabeza. Y mientras tanto, ¿quien fotografía a las gentes de nuestras calles, a las víctimas de este delirio que es la economía liberal, a los que no tienen voz? ¿Quien habla en esas cumbres de la factura de la luz, de tantos jóvenes que están sin trabajo, del montón de políticos corrompidos, de los excesivos ministros y  cargos públicos elegidos a dedo, de la clase media cada vez más explotada y empobrecida, de las vacunas que no llegan a los países pobres, de la gente sin techo que yo veo dormir a la intemperie en mis calles.

 

Ellos son los poderosos, los protagonistas de la historia. Nosotros solo somos figurantes, que no pintamos nada y a los que, en tiempos de lecciones, en convencernos de que somos muy importantes. Nos hacen creer que somos los reyes del mambo cuando simplemente somos los últimos bufones de la corte.

 

1 comentario:

  1. Cuando una madre en casa comete el error de preguntar a sus hijos que quieren para comer al día siguiente, surge de inmediato un coro de voces diciendo: ¡macarrones! ¡Hamburguesas! ¡Pollo! ….. , la madre sabiamente calla y hace lo que quiere o puede. Lo que no hace es privarles de alimentos, ¡ahí esta su obligación!
    Los que tienen la responsabilidad de tener que tomar decisiones que afecten a otras personas sean muchas o pocas, no pueden ni deben seguir las indicaciones de nadie, escuchar todo lo que puedan y hacer lo que rectamente crean que deben hacer, preocupándose ante posibles dudas de buscar en sus acciones u omisiones el “bien común”.

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