Seguramente muchos ya la han visto pero yo he tardado en descubrirla. Se trata de la serie de televisión Shtisel, que programa a la plataforma Netflix. Está producida y dirigida en Israel y cuenta la vida de una familia ultraortodoxa en Jerusalén. A veces parece una telenovela, otras casi una comedia. Tiene también una buena dosis de romanticismo. Narra la vida de estos judíos que conservan las formas religiosas de los antepasados israelitas, y que está llena de referencias a la Biblia del Antiguo Testamento que también nosotros los cristianos conocemos.
Hay dos cosas que llaman poderosamente la atención: que no hay en ningún momento un deseo de condenar ese modo aislado de vida que tienen los judíos ultraortodoxos. Sus costumbres, sus vestidos, sus comidas, sus peinados, sus oraciones, sus hábitos cotidianos se nos muestran con toda naturalidad a nosotros los espectadores “cristianos” y occidentales que nos quedamos con los ojos a cuadros viendo cómo intentan compatibilizar sus tradiciones con los tiempos posmodernos. El otro mérito es que aparecen personajes increíblemente entrañables como son la abuela, el patriarca de la familia, o la pareja de dos adolescentes que viven una difícil historia de amor verdaderamente hermosísima.
Transcribo una escena vivida por estos dos últimos, donde la jovencísima Ruchami descubre y se enamora de Hanina, otro adolescente aspirante a rabino, cuando éste reza la siguiente oración a Yahvé, pidiéndole pureza de alma y cuerpo para poder estudiar la Torah:
“Padre que estás en los cielos, amado Padre; te lo ruego:
purifícame, santifícame, reafírmame para adorarte sinceramente sin miedo ni dudas. Que pueda profundizar en los estudios de la Sagrada Escritura, ahondar en la Sagrada Torah, día y noche, noche y día. Sin dudas, sin malos pensamientos; para salvarme de pensamientos impuros, de miradas prohibidas y poluciones nocturnas. Para ahondar en la Sagrada Torah, día y noche, noche y día. Padre que estás en los Cielos no puedo soportar estos pensamientos. Amado Dios, sólo quiero pensar en la Torha, en ti día y noche, Padre, noche y día”.
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