lunes, 14 de junio de 2021

ESTA FOTO ME ENTERNECE

 


Esta foto me enternece y me llena de devoción y piedad. Hay muchos modos de adorar al Santísimo Sacramento. La mayoría de ellas se hace en medio de gran boato y solemnidad. Muchas flores, muchos ricos manteles, mucho humo de incienso… Muchas veces el culto eucarístico recuerda el exotismo y el lujo faraónico. Luego, la gente que va a adorar al Señor, presente en el pan consagrado de la Eucaristía, suele guardar posturas de adoración, hieráticas, que parecen casi serviles. El Jesús de la Eucaristía se les muestra como el dios poderoso, aterrador y lejano del Antiguo Testamento. ¡Que lejos, seguramente, de la voluntad de Jesús que se hizo pan cotidiano, familiar, cercano y sencillo desde aquella última cena!

 

Esta fotografía me la manda Fernando Pipo desde Facebook, un sacerdote portorriqueño al que yo tuve en la parroquia como seminarista y que es de San Juan donde está ejerciendo su cargo pastoral de cura párroco. No puede ser más entrañable y no puede estar más cercano de lo que es la verdadera adoración del Santísimo Sacramento. Observo primero una gran sencillez: mirad la mesa simple, el mantel normal en el que está colocada la humilde custodia que guarda el Santísimo Sacramento. No hay alfombras y los cirios encendidos pueden ser que estén encima del altar que casi adivinamos.

 

Las posturas de la gente ante el Santísimo son normales: alguien de rodillas o de pie. Otros sentados en el suelo.  Pero lo más llamativo de la fotografía instantánea es el abrazo y el beso que una joven cogida de la mano de otra, le da al sacerdote, revestido con la casulla y con la mascarilla puesta. Es un beso cariñoso, como si manifestara el agradecimiento al sacerdote que hace posible, con su oficio y consagración, ese momento de intimidad y oración.

 

¡Qué gran ternura respira el momento! La escena parece una reunión informal de amigos. Ante el Señor sacramentado, el Señor del Amor, una muestra de cariño y de afecto entre las personas: eso es la Eucaristía. Pienso que Fernando Pipo, allá en Puerto Rico, según veo las noticias que me envía, está cumpliendo muy bien su oficio de pastor, de sacerdote.

 

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