Carlos y Margarita fueron en su tiempo una pareja de baile de muy famosa y reconocida en su época. Ahora viven ya el declive que la edad y los gustos del público han ocasionado. Pero un amigo con boca y entonces a viajar hasta Mendoza la patria de Carlos Gardel para encontrarse y responder a muchas de las preguntas que encierran su corazón.
La película dirigida por Marina Seresesky nos cuenta ese tipo de historias a las que el cine argentino acostumbra a visitar con frecuencia, con melancolía y humor socarrón y con personajes entrañables y perdedores y personajes que mueven a piedad y al mismo tiempo que estimulan por su fortaleza y testimonio de vida luchadora. A mí me han recordado algunas películas estupendas como fueron “Kampchaka”, “Martín H”, o “El hijo de la novia”. Y hay una cosa que se ve siempre clara en lo que cuenta “Empieza el baile“: el coraje y la esperanza con que se afrontan las distintas situaciones de estos seres entrañables y cercanos que pueblan la película. La narración a veces da muchos giros en su historia y algunos de ellos quizá sean algo gratuitos y otros poco creíbles. Pero se le pueden perdonar estos defectos mirando el resultado final: una película entrañable y llena de ternura. La actuación de los actores es muy primorosa.
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