No
me refiero a los brotes verdes con los que mentía aquel irresponsable y embustero
Presidente Z. Ni tampoco al mísero panorama de la economía de nuestro país,
sino a la gente sencilla y solidaria que va apareciendo aquí y allí, para
solventar desde la base los problemas sociales terribles que ha creado la codicia
de los bancos y la ineptitud y corrupción de los políticos.
Hay
que armarse de valores morales, dejarse de pendejerías y mandar a la puñeta a
tantos ineptos que intentan salvarnos y se arrogan el derecho al monopolio de
la única verdad. Y lo que digo por mi país, lo digo también por mi Iglesia.
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