Los israeliitas lo tenían
claro. Era la confesión principal de ellos: “Escucha Israel, El Señor Dios es
el único Dios. Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu mente, con todo
tu ser…” Los musulmanes adoptarán este
aserto y dirán: “Solo Alá es grande y Mahoma es su profeta”.
Pero Jesús altera completamente
este inquebrantable principio religioso al identificar este mandamiento con el
del amor al prójimo. Al principio habla de dos mandamientos jerarquizados. Dice:
el primero es amar a Dios… y el
segundo es: …y al prójimo… para terminar afirmando: No hay mandamiento mayor (¡en
singular!) que éstos.
La identificación de Dios y
el prójimo para Jesús es esencial. Vemos que en el fondo no hay ateísmo
propiamente dicho: un que no cree en Dios y ama a los demás hombres esta amando
a Dios. Recordad la parábola del juicio final.
O el aserto de Juan “Si yo no amo a los hombres a los que veo”, ¿cómo voy
a amar a Dios a quién no veo"?
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