Estos días anda "el
gallinero" clerical valenciano un tanto revuelto. Ha llegado el tiempo de
los nombramientos de sacerdotes para ocupar el cargo de curas de las parroquias
de la diócesis. Coincide con el fin de curso y además con la llegada de la
nueva promoción de sacerdotes de cada año. Verdad que éstos son bien pocos,
dada la escasez de vocaciones (¡algo querrá decir el Espíritu Santo sobre este
asunto!). Además, se tienen que cubrir las plazas de los párrocos que antes se
han jubilado, o incluso han fallecido. La asignación de un párroco para una parroquia
determinada, significa que éste también deja una vacante, y así, cada
nombramiento se convierte en el eslabón de una cadena de distintos curas que
tienen que moverse de la parroquia.
El clero entonces estos días se
pregunta quién han cambiado y a qué Parroquia ha sido destinado. Entre la
curiosidad, el "comadreo", la sorpresa y el correcto interés de información "whasappeamos" o nos
llamamos por teléfono recogiendo cualquier noticia, cualquier rumor o cábala.
Es divertido, porque en nuestras conversaciones surgen comentarios, se hacen
balances de parroquias que van a estrenar párroco, con su mucho de
cotilleo. A fin de cuentas los curas
somos humanos, y siendo como es el clero un cuerpo bastante cerrado, estos
comentarios son casi naturales.
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ResponderEliminarhermes
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