Ver el lado bueno de las personas, de las cosas y de los acontecimientos. Decir cosas buenas y agradables a los demás. No transmitir angustia, miedos o depresión. Olvidarse de uno mismo y de las propias penas para dar alegría a los demás. Salir al encuentro del otro. Transmitir siempre a los demás una presencia serena y llena de paz. Sonreír siempre, utilizar el buen humor como el mejor argumento. Hacer propios los éxitos y alegrías de los demás.
Las lecturas de la palabra de Dios
de hoy nos alientan y abren el corazón para la alegría. Saltos de gozo porque
viene la felicidad, porque nos viene la salvación. ¿No lo notáis? Juan el
Bautista desde la cárcel no se entera del todo y no sabe si Jesús es de verdad
la alegría de los hombres. Y Jesús le contesta: “los ciegos ven, los cojos
andan, los leprosos son curados, los pobres son evangelizados….”
Esos mismos gestos y acciones que
dice Jesús los podemos hacer nosotros cuando procuramos que la vida de los demás sea más feliz y
alegre. Pues eso es lo que vamos hacer en este tiempo de adviento: preparar de
ese modo la venida de Jesús que alegra nuestro corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario