sábado, 6 de diciembre de 2014

"Still life"... vida callada: el trabajo como vocación



Veo en el cine la pelicula "Still life" absurdamente titulada en España "Nunca es demasiado tarde", como si fuera una pelicula de James Bond. Nada mas lejos de todo eso. El título original de la película es ”Still life”, que vendría a significar (en el léxico de la pintura) bodegón, naturaleza muerta… o vida quieta. Ha sido una cinta que me ha conmovido.

Jhon May , a quien le gusta la vida anónima, silenciosa y ordenada es un funcionario del ayuntamiento. No se relaciona casi con nadie  y ejecuta su vida y su trabajo como un ritual. Su trabajo consiste en buscar a las familias de las personas que han fallecido sin familiares, en soledad; luego se encarga de gestionar los ritos del funeral y del entierro. El empleado del ayuntamiento realiza entonces su trabajo con una absoluta dedicación, y afán casi místico, donde intenta convencer a los familiares (muchas veces pobre gente excluida, mendigo...) a que acudan al entierro. Se encarga de cuidar los mínimos detalles, e incluso escribe el sermón que se ha de leer en el oficio fúnebre. Después se encargará de recoger las cenizas y dispersarlas en el parque público o en algún columbario. Un día esa vida rutinaria y ese trabajo cotidiano que realiza con tanto cariño y mimo, sufren un fuerte percance.

La primera parte “Nunca es demasiado tarde” se dedica a crear la estructura del personaje y a la vez confeccionar la urdimbre de su argumento narrativo. Está realmente muy bien conseguida. Entre la ironía y la lágrima, unas más que magníficas dotes de observación que escenifican silencios y soledades, y con una puesta en escena muy respetuosa con el público que quiere también pensar: el empleado funerario nos transmite ese mundo pequeño y sin importancia que a veces parecen vivir los hombres y mujeres que se dedican a calladas profesiones de servicio y que convierte incluso en vocación los trabajos más ímprobos.


2 comentarios:

  1. Hola, Don José Luis. Según esta reseña la película es preciosa. Me gustan esas acciones del mundo pequeño, sin importancia. Y también las dotes de observación de las personas que usted cita.
    Gracias. Paco

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