Los
políticos, los antropólogos, los sociólogos, y también los curas y muchos más pretenden indicarnos
a los ciudadanos el modo de cómo debemos
vivir, casi también cómo debemos pensar. Y así nos imponen leyes, reglas
y normas que entran incluso hasta dentro de nuestra intimidad.
Así
ocurre también con la familia.
Los
poderes públicos intentan indicarnos cómo les gustaría que fuera hoy la
familia, y nos imponen modelos casi increíbles. Nos dictan el lugar y la hora de la familia, lo que hemos de consumir, lo que hay que comer en la mesa y qué hacer en la cama, nos cuentan los niños que deben haber el el hogar... Cada vez es más grande la
presión para que se aplica únicamente los modelos familiares que les interesa..
No
podemos quedarnos indiferentes, ni dejar que nos arrebaten lo que para nosotros
es esencial en la familia: el amor, el respeto mutuo, la unidad, la fraternidad,
el servicio, el perdón, la tolerancia, el diálogo, la vida…
El
domingo pasado celebrábamos la fiesta de la Sagrada Familia. La referencia aaquella humilde familia de Nazaret es para nosotros el mejor estímulo de lo que
tiene que ser la familia.
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