Aunque este
año no puedo acudir en su día de fiesta a la Parroquia de los Ángeles, yo estoy
todo el día con mi pensamiento trasladado y presente en el barrio de El Cabanyal, del que fui párroco
durante tantos años bajo la dulce tutela de la Reina de los Ángeles.
Esta mañana,
temprano, habrán rezado por las calles silenciosas el Rosario de la Aurora, con
su misa a mañanera y después, el desayuno
fresquito de la horchata con fartóns. Al mediodía, el solemne rezo del Ángelus y el canto de la Salve, mientras el sacristán y sus ayudantes acaban el
espectacular ornato de flores del anda donde procesionará la bella imagen de la
Virgen.
Y por la
tarde, con un llenazo pleno (valga la redundancia) del templo, se celebrará la solemnísima
Misa cantada por el coro de Ribarroja. Después, la devota y concurrida procesión
por las calles del barrio de El Cabañal.
Deseo que
sea un día feliz, completo y dichoso.
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