Eres el Dios del camino,
y nosotros caminantes,
siempre de un lado para otro.
Tú sales a nuestro encuentro
donde menos te imaginamos:
en el cansancio compartido,
en los momentos de fiesta,
en las horas de calma
y en las de tormenta.
Eres el Dios del camino,
y nosotros peregrinos
buscando en nuestras vidas
tu presencia que nos llena
de paz, de sosiego,
de alegría.
Eres el Dios del camino,
y nosotros vivimos en marcha,
tratando de descubrirte,
porque estás entre nosotros.
(José María R. Olaizola sj)
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