A raíz de los
nombramientos hechos públicos el jueves pasado de Antonio Cañizares Monseñor
como arzobispo de Valencia y Carlos Osoro para Arzobispo de Madrid, se ha
hablado que éstos eran Secreto Pontificio, y que se rompió hecho añicos cuatro
días antes por causa de una filtración. A mí, que lo que vi por yutube (“no
estuve presente”), ese acto me pareció una pura representación chapucera.
En el derecho canónico
hay toda una legislación jurídica que explica y defiende lo que es
secreto pontificio. Pero parece ser que esto del secreto pontificio es,
con perdón, "la bufa la gamba" o sea una chapuza. En estos tiempos
que corren, acosados por los medios de comunicación, las redes sociales, y las
webs y blogs del chisme y el cotilleo, los secretos ya no existen. Y si existen
dejan de serlo en cuanto se escapan de la guardia de sus custodiadores. Secretos
tan bien guardados como los “Papeles del Pentágono” y otros aún más grandes de
las potencias mundiales quedaron desvelados a través de la filtración de wikilead.
Recordemos las filtraciones de los problemas vaticanos que hubo al final del pontificado
de Benedicto XVI.
“Por ello, callar,
cosa verdaderamente bastante difícil, como también hablar públicamente con reflexión,
son dotes del hombre perfecto: de hecho, hay un tiempo para callar y un tiempo
para hablar (cf. Ecclo 3, 7) y es un hombre perfecto quien sabe mantener
frenada la propia lengua (cf. St 3, 2).
Esto ocurre también en
la Iglesia, que es la comunidad de los creyentes, los cuales, habiendo recibido
la misión de predicar y testimoniar el Evangelio de Cristo (cf. Mc 16, 15; Hch
10, 42), tienen sin embargo el deber de mantener escondido el sacramento y de
custodiar en su corazón las palabras, a fin de que las obras de Dios se
manifiesten en modo justo y amplio, y su palabra se difunda y sea glorificada
(cf. 2 Tes 3, 1).”
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