Esta es la razón por la
cual ni siquiera casi tengo ganas de escribir en mi blog: me puede el calor. Estas semanas son las
que mayor calor hace. Aunque parece que estadísticamente el verano
pasado era más cálido y
el termómetro
subió más
grados, psicológica y subjetivamente siempre sientes el
presente estío como
insoportablemente el más caluroso, olvidándote de
cómo fue
el pasado.
Así que bochorno, vasca,
sofocos: de pronto uno se siente como dentro de una olla donde se guisa el cocido.
Sudores, duchas y muchos cambios de ropa a lo largo del día.
Encerronas en casa ya desde hora temprano, y salir cuando ya casi se hace de
noche. Menos mal que en la parroquia el ritmo de trabajo pastoral ha menguado
mucho.
En fin, paciencia y acordarse de
tantas personas que sin vacaciones tienen que trabajar en lugares donde el
pasar calor es inevitable. Y como alivio,una foto de delicioso refresco a la
sombra.
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