Esta semana he andado muy triste y angustiado por causa del escándalo
de pederastia provocado unos curas en la ciudad de Granada. Otra vez un
pecado nefando del que la iglesia en sus sacerdotes debería de estar muy lejos.
Esto nos re acuerda y avisa de la debilidad de las personas, incluso de
aquellas que deberían dar el mayor de los ejemplos. Y aunque algunos se empeñen
en negarlo, el pecado existe. Angustiado y avergonzado, porque si este pecado
escandaliza a cristianos bien formados, que no pasará con la gente sencilla e
ingenua que quiere ser cristiana.
También he estado muy rabioso. Por el tremendo daño que este escándalo
hace a la iglesia, nos hace a todos. ¿Cómo es posible que se cometan estos
atropellos terribles durante tanto tiempo, y sabiéndolo mucha gente? ¿Cómo es
que el obispo no ha actuado a su debido tiempo y en su momento? ¿Por qué ha
tenido que ser el Papa el que "ha levantado la liebre"? Rabia también
contra algunos medios de comunicación que, ante lo morboso de la noticia, se
han frotado las manos porque así han podido atacar más directa y visceralmente
a la Iglesia. Quisieran ver hundida y destruida , cuando no, de rodillas a la Iglesia.
Que este caso se esclarezca del todo, y que se cargue con todas
las consecuencias y condene a quienes lo han cometido o han encubierto. No
basta únicamente postrarse en el suelo en la catedral para pedir perdón.
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