Don Manuel Ureña Pastor
ha sido hasta hace muy pocos días el Arzobispo de Zaragoza. Ha presentado su
renuncia al cargo y el papa se la ha aceptado enseguida. ¡Qué rapidez!
El motivo es su
salud: afirma que su corazón no está muy fuerte, y que su salud es precaria. Yo
le veo muy bien a tenor de las últimas fotos salidas en prensa.
Hay rumores de que
un "centro de poder " eclesiástico en Zaragoza lo ha desplazado de su
cargo de Arzobispo. No sé si será verdad, pero todo es posible y más cuando
parece que la sombra de Rouco y otros cardenales eméritos sigue pesando como
una losa en la Iglesia española.
No sé sí sentirlo
porque me imagino a D. Manuel, feliz, muy aliviado de la pesada carga de su
cargo.
Yo, a don Manuel
Ureña Pastor, le llamo familiarmente “Manolo” cuando estamos en privado. Codo con
codo -es de mi misma promoción- compartí con él muchos años de mis estudios en
el Seminario. ¡En nuestros pinitos literarios intentamos escribir una novela
juntos! Llegamos a ser muy buenos amigos, aunque posteriormente el cargo suyo
nos alejó.
D. Manuel tuvo
siempre pinta de cura de pueblo y siempre Manolo ha sido el amigo leal,
bromista y alegre.
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