Casi
siempre la historia, sea con mayúsculas o minúsculas, se suele escribir
recordando aquellos hombres o mujeres más famosos que la han construido. Y así,
nombres que muchas veces se han impuesto a pesar de sus contradicciones son
recordados como únicos gestores de esa historia. En la historia de nuestras
parroquias, los nombres de los curas párrocos que por ellas han pasado suelen
ser muchas veces los únicos recordados. Pero hay que afirmar que muchas de
nuestras comunidades cristianas parroquiales han tenido siempre en acción
desinteresada, silenciosa, y solidaria a muchos seglares que colaboraron con
sus párrocos y cuyos nombres merecerán
siempre ser recordados. Sin ellos muchos logros pastorales no hubieran sido
posibles.
Pepe Canet es uno de ellos. Desde que se
construyó nuestro templo parroquial hace ya más medio siglo, estuvo siempre
presente como miembro activo de la parroquia de San Antonio de Padua.
Preocupado por todos sus problemas, ocupado junto con su esposa de muchos de
los menesteres cotidianos y servicios diarios que una parroquia requiere, participando
con entusiasmo en todas sus actividades. Como laico ha sabido responder
maravillosamente y espléndidamente con su colaboración a lo que le pedía su fe
de cristiano y de católico.
Hoy
ha fallecido. Y ha terminado sus días con la coherencia de su fe: luchando hasta
el final, sin desalentarse, por la vida,
porque sabía que ésta se la había dado Dios como un don precioso. En medio del
sufrimiento y el dolor de la cruel enfermedad, acompañado con todo el amor de su
esposa y su hija, ha resistido hasta el final. Ahora descansa en paz y nos ha
dejado, junto a las lágrimas por su pérdida, el mejor de los testimonios
cristianos posibles. En las manos de Dios lo ponemos con nuestra oración..
El
funeral de cuerpo presente, por su entierro lo realizaremos como él quería en
su casa de creyente, a las 10 del domingo, en el templo parroquial.
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