En Ceuta ocurrió la semana pasada que en un acto de confraternización religiosa un divinidad hindú en su desfile procesional entró en el santuario católico de Nuestra Señora de África, patrona de la ciudad. Era chocante ver cómo el cura del templo recibía -al son de la "Salve de olé" tocada a la guitarra por cofrades de la Virgen del Rocío, a la divinidad hindú, Ganaesh, esta estaba representada en la imagen de un rollizo y colorido elefante de larga trompa. La cosa, como era de esperar, ha escandalizado y soliviantado a muchos católicos de modo que el obispo de Cádiz, diócesis a la que pertenece Ceuta, ha tenido que intervenir, censurando y rechazando tal tropelía. El vicario -dice la prensa- ha tenido de dimitir de su cargo de capellán del santuario.
Ni me he escandalizado ni me he rasgado las vestiduras, pero sí que me ha hecho reflexionar sobre un hecho tan insólito que plantea en si más de un pregunta.
Se olvida que con frecuencia en el ámbito de la fe religiosa hay distintos niveles de creencia en Dios. Ni juzgando si es mejor ni peor, para la inmensa mayoría de la gente su religión consiste prácticamente en creer en alguien superior a nosotros, o sea, la divinidad. No se distingue entonces si este Ser Supremo se llama Yahvé, Brahma o Visnú, Aláo Mahoma o Cristo o Jesús. Algunos consideran incluso a la Virgen como una diosa. ¡Todo es - !no lo es!- lo mismo. ¿Por qué no pues
abrazarnos ya que todos tenemos en el fondo a un mismo Dios? Quizá ese sería el sentido de la acogida organizada por la hermandad del Rocío de Ceuta hacia los creyentes hindús. Una forma muy inusual y extraña de ecumenismo. Éste verdaderamente debe dirigirse hacia el respeto a otras religiones, no a su confusión.
Habría que añadir también una situación que tal vez solo se pueda entender si se conoce lo que puede estar ocurriendo en Ceuta. Me imagino una ciudad donde conviven españoles de cuatro religiones: los católicos, los judíos, los hindús… y los musulmanes. Como están las cosas en el mundo del islam, pienso que algunos musulmanes radicales deben hacer presión fundamentalista sobre los anteriores. Un modo de hacer frente a esa avalancha islámica es quizá unirse. Tal vez por eso hindús y cristianos y han hecho esa extraña ceremonia.
Este insólito gesto de ecumenismo popular entra dentro de las formas de la piedad popular que amalgama a veces sin criterio cultura, fiesta, raíces étnicas, tradición y superstición, de modo que es muy difícil discernir lo que debe ser fundamental y lo que es accesorio. Aunque pueda parecer esperpéntico, lo de Ceuta, también en nuestra religiosidad católica popular se dan verdaderas aberraciones. En mi experiencia con la formas populares de la religiosidad de muchas cofradías, he sido testigo a veces de verdaderos desmadres, contradicciones, esperpentos y profanaciones. Éstos muchas veces provocan en los curas y en los obispossituaciones muy incómodas que incitan al abandono del cuidado pastoral de todo este tipo de actividades.
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