sábado, 8 de agosto de 2020

PEDRO CASALDÁLIGA, DESCANSA EN PAZ


Le llamaban el «obispo de los pobres» pero otros, que quizá no le querían, le llamaban el «obispo rojo». Nació en Cataluña hace 92 años y era religioso claretiano que muy pronto huyendo de la dictadura de Franco se encontró con la dictadura aun más dura en el Brasil. Poniéndose del lado de los oprimidos vivió su vida de compromiso cristiano hasta el final. Era obispo pero no se le notaba: llevaba un anillo de tres al cuarto. El báculo era un bastón. Una sencilla cruz de madera era su pectoral. Una sencilla mitra, en los momentos más solemnes, adornaba su cabeza. Vestía pantalón vaquero una camisa clara. Entendió que sea cristiano consistía en vivir y anunciar el Evangelio de los pobres. Graves peligros de muerte y riesgos por su vida corrió a lo largo de ésta. 

Pero además era poeta. Sabía que la Palabra de Dios y la Palabra humana están llenas de belleza y que esta belleza sirve para construir el Reino aquí en la tierra, denunciar la injusticia, la impostura y la violencia contra los pobres.

Pedro, ahora que estás ya en la casa de Jesús el pobre, descansa en paz.
Mi homenaje hacia este hombre que tanto he admirado es transcribir estos versos suyos.

Al final del camino me dirán:
- ¿Has vivido, - ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres.

Pedro Casaldáliga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario