Cuentan que Lola Flores remataba una madrugá de la Semana Santa sevillana en un bar. Una gitana se le acercó." ¡Lola! ¡qué tacones más bonitos lleva!" La Faraona se los quitó y, sin preocuparle si eran o no de su número, se los dio y se marchó descalza para su casa.
Reacción inmediata: seguramente, tenía otro par a buen recaudo. Todos tenemos zapatos de sobra. Pero sólo ella se los quitó y no le preocupó rematar aquel Jueves Santo con los pies polvorientos.
Juguemos a "yo nunca..." nunca me he quitado los zapatos en plena calle para dárselos a otro.
De "VIDA NUEVA"
No hay comentarios:
Publicar un comentario