Para muchos de los que quizá esto lean, Hans Küng tal vez
sea un nombre que nada les diga. sin embargora mí, como para
muchos sacerdotes de mi generación, es alguien muy importante: en cierto modo
ha sido el maestro y tutor teológico de todo lo curas que allá alrededor de la
década de los años setenta salíamos del seminario. Yo recuerdo que la teología
que nos explicaban allí cojeaba lamentablemente. Aun cuando hubo algunos
profesores que estaban al día -habían estudiado en Alemania, en Lovaina- el
resto explicaban siguiendo gruesos manuales tomistas con una teología
fosilizada.
Así que al salir del seminario, en los primeros años yo me dediqué
en cierto modo a remozar mis estudios teológicos con los escritos que iban
llegando al socaire de los vientos del Vaticano II recién finalizado. Las
publicaciones de los grandes teólogos que influyeron en el prodigioso concilio
por fin nos llegaban. (Me pregunto ahora: ¿qué leen ahora los nuevos curas de hoy?). Yo era por el año 1971 un inquieto curita joven y en medio de febriles
actividades pastorales, yo me empapaba de la nueva teología: Schmaus, Rahner, Danielou,
Congar, Häring, Chenu, Sauras, el
joven Ratzinger y... Hans Küng. Algunos de ellos después, en la era del tandem
Juan Pablo II/Ratzinger fueron perseguidos y entre ellos, Hans Küng, el teólogo
suizo, que pronto fue considerado “el garbanzo negro” de la teología, al que se
le expulsó de su catedra con arteras técnicas dignas de la vieja inquisición. Era
el teólogo díscolo al que el Papa polaco se la tenía jurada. En verdad, un teólogo díscolo no tiene razón
de ser, pues si hay algo esencial en la teología es la obediencia. Ya se sabe,
si te sales del redil… ¡palo y tente tieso!

Yo leía, pues, con verdadero interés y placer los libros de
Küng que eran verdaderos tochos pero escritos con notable pericia y amenidad. Su
tratado sobre la Iglesia, que influyó tanto en el documento sobre ésta redactado
por el Concilio, Ser cristiano, ¡Infalible?, una pregunta, Proyecto de una
ética mundial, ¿Existe Dios?, … Me acuerdo que me leí este último en el transcurso
de una semana corta que estuve en un hospital restableciéndome de una intervención
quirúrgica… Hay que decir también que muchísimos laicos cristianos se formaron, leyéndole: muchos de los que ahora no pueden aceptar esta Iglesia... pese al papa Francisco.
Aun cuando la evolución última de Hans Kung, con un enfrentamiento
casi total a Roma (y especialmente, a Ratzinger-Papa) a mí no me gustó del todo,
hoy rindo homenaje a este teólogo que se derivó al final hacia el ecumenismo y
a la creación de una ética universal y al que yo personalmente le debo muchos
de mis modos abiertos de entender la fe cristiana y a la Iglesia.
Ayer murió a los 93 años y hoy rezo por su alma. Gracias,
maestro. Descansa en paz.