El
insaciable apetito.
Otra
vez el mundo del deporte-espectáculo nos presenta un caso más de mal ejemplo
para la sociedad. ¡Qué lejos del verdadero espíritu que el deporte bien
ejecutado posee! Esa propuesta de Liga Internacional de solo los equipos de
futbol más poderosos, más ricos (incluso en deudas), más famosos, ha sido
rechazada con espanto por deportistas -sobre todo los que no son de élite, -
políticos y prensa, clubes pequeños, con gran espanto y con alto escándalo. Los
han tachado de ambiciosos, avariciosas, insolidarios. Un insaciable apetito: Triunfar
ellos, ganar aún más dinero y que se fastidien los equipillos que a trancas y barrancas
parecen sobrevivir… Yo entiendo nada de futbol, pero yo siento una gran
simpatía haca esos equipos de futbol que con pocos medios, estadios “caseros”,
futbolistas sin relumbrón, se juegan el alma en sus encuentros: el Almería, el
Huesca, el Levante, el Betis… ¡Que alborozo cada vez que derrotan a alguno de
los gigantes, que ilusión cuando suben a la primera división…!
Yo,
como con todo lo que se refiere al futbol, me quedo atónito y descolocado.
Comprendo el rechazo de unos y otros, pero no me escandaliza: el futbol es un
negocio descarado -sobre todo a esos niveles de prestigio- y los equipos de futbol son
empresas que siguen los dictados del liberalismo económico y el capitalismo más
feroz. Poner zancadillas, eliminar al oponente, desembarazarse de activos
molestos que frenan o merman la ganancia debe ser su prática habitual. ¿Quien
se atreve a hablar de ética y nobleza de espíritu deportivo?
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