Hoy se celebra la fiesta de la Virgen de las Nieves, devoción que se deriva de la solemnidad de la Dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma. El origen de ese nombre tan fresco y níveo y tan dispar con la fecha del día cinco de agosto -en pleno “ferragosto” en la Ciudad Eterna- es una tradición que cuenta que tal día tan caluroso come éste, la Virgen hizo caer nieve sobre el lugar donde iba a ser edificada la basílica dedicada ella. Todos los años, en un día como este, en la solemne celebración de la fiesta se lanzan en recuerdo de aquel milagro, pétalos de rosas blancas desde la cúpula del templo. Yo recuerdo hace muchos años haber estado por esas fechas en Roma en aquella solemne celebración y ver con emoción cómo nevaba dentro del templo.
En muchos lugares de alta montaña también hoy se celebra en muchos ermitas la fiesta de la Virgen “Blanca” o de las Nieves, como por ejemplo en el pequeño ermitorio que está enfrente del gran circo glacial del valle de Pineta, donde se venera precisamente a la Virgen de las Nieves, aparecida sobre un árbol.
En estos días de tan agobiante calor, que este recuerdo nos sirva de ligero refrigerio.
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