Tengo un querido amigo furibundamente ateo y radicalmente descreído que me felicita todos años por Navidad y Año Nuevo como si viviera en los tiempos del Imperio Romano. Me felicita por las Fiestas Saturnales en el Día del Sol Invicto, que es para los que nosotros los cristianos, el día de Navidad. No sé si él se lo cree del todo o sólo me felicita simplemente para hacerme cariñosamente la puñeta. Pueden ser las dos cosas: en ambas hay siempre afecto y amistad. Pero he de decir que francamente a mí me hace gracia y por eso yo siempre le agradezco y devuelvo la felicitación.
Mi buen amigo Francesc, que fue compañero mío de estudios en la
universidad cuando estudiábamos Historia Moderna, como si hiciera un viaje en
el tiempo, se echa atrás hasta la época del Imperio Romano y me constata que este año de 2013 es en el calendario suyo 2766 auc (ab urbe
condita: o sea, desde la fundación de Roma) el año y me lo manda por correo
electrónico, diabólico invento que supongo que ni siquiera los romanos del
imperio tardío podían imaginarse que existiese
Así que yo también le respondo a su felicitación coherentemente
deseándole que el niño Jesús nazca también en su corazón en este año 2013, sea del calendario imperial romano o sea del
calendario cristiano. Que haya amor, alegría y dicha, que sea mejor que el
anterior
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