Muchas veces a
través del Evangelio, a través de las palabras de Jesús, se nos muestra a éste
como un hombre lleno de cordura, de sentido común. Nada extraordinario o
extravagante, sino que sus palabras, llenas de sabiduría, nos llenan todos de la
cordura necesaria para vivir.
El Evangelio de
este domingo es un ejemplo: por un lado Jesús no recuerda el enorme ridículo y
la gran humillación que podemos sentir cuando olvidándonos de la realidad,
creemos que estamos por encima de los demás y cómo la vida y la realidad son muy
tozudas, éstsa al final nos colocan en el sitio que debemos estar. Ni más ni
menos.
Pero las
palabras de Jesús trascienden esta misma y evidente realidad: el sentido de
modestia, de humildad y sencillez que los cristianos hemos de tener ante la
vida: Es decir, el talante que tuvo Jesús cuando estuvo entre nosotros, el de
un hombre que vivió siempre humilde y sencillamente.
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