domingo, 2 de febrero de 2014

La fe de la gente sencilla (a propósito del Evangelio)



Este domingo leemos la lectura correspondiente a la fiesta de la Presentación del Señor. Es una escena que tiene lógicamente reminiscencias de la Navidad; el niño Jesús todavía es un pequeño bebé. (A partir de hoy en Roma por ejemplo se desmontan ya los belenes en los templos).

Las dos primeras lecturas nos hablan de gloria de esplendor y de majestad: “¡va entrar en el templo un gran héroe: el Rey de la gloria!”.
En el evangelio de Lucas, paradójicamente, no puede ser más humilde, sencilla y anónima la entrada de Jesús en el templo. Dos padres jovencitos (José y María), orgullosos por su hijo, a los que nadie conoce llegan hasta el templo. No hay sacerdotes, ni autoridades esperándoles..Y dos abuelos, que muchos pensarían que ya chocheaban, que se dan cuenta que aquel niño es ni más ni menos el auténtico Rey de la gloria, la Luz que ilumina a las naciones.

Está claro que parar a acoger a Jesús hay que tener un corazón lleno de sencillez, lleno de humildad. Como tanta y tanta gente sencilla y humilde que no sabe de teologías y que practica la religión muchas veces de un modo casi primitivo, popular. Una fe inquebrantable en un Dios  que no tendrá ningún reparo en aceptarlos y acogerlos.

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