Sochi y Ceuta son dos ciudades de los que se hablan estos días. A
Sochi acude la gente guapa, deportistas de élite, espectadores-turistas de
lujo, grandes estadistas. Allí se busca y se exalta el éxito y el triunfo, se
adora la gloria. Corre el dinero y sobra la comida. La presencia de los grandes
políticos se hace notar, así como las ausencias de otros como protesta.
"La práctica deportiva es un
derecho humano. Toda persona debe tener la posibilidad de practicar deporte sin
discriminación de ningún tipo y dentro del espíritu olímpico, que exige
comprensión mutua, solidaridad y espíritu de amistad y fair play." - Carta Olímpica
A Ceuta acude la gente desheredada, los negros que nadie quiere,
los muertos de hambre. No se hospedan en hoteles de lujo, sino que viven a la
intemperie y se les ahuyenta como si fueran apestados. Los políticos (la alta política
europea), más que ausentes, desaparecidos, miran para otro lado. Esta gente no se mueve con esquís, ni compiten por
el gran slalom, sino que pretenden saltar la verja, enredando su carne en las
cuchillas de las alambradas.
Sólo una voz se ha oído decir que esto es una vergüenza: la voz del
Papa Francisco. Pero ¿para qué sirve? Sochi y Ceuta dos lugares que son dos vergüenzas de
esta hermosa Europa. ¿Hasta cuando?
“Los derechos sociales básicos de los inmigrantes indocumentados, son:
el derecho a una
vivienda
el derecho a
asistencia sanitaria
el derecho a
condiciones de trabajo justas
el derecho a
organizarse
el derecho a la
educación y a la formación
el derecho a la
subsistencia mínima
el derecho a una vida
de familia
el derecho a la
integridad física y moral
el derecho a ayuda juridica”
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