Hoy es Viernes Santo. Es día de fiesta grande. Todo el país está
cerrado por vacaciones; sólo andan abiertas las playas, las terrazas, los
chiringuitos. Dentro, en las ciudades abren las iglesias con el paso de las procesiones
de Semana Santa.
…Y cada uno vive este día de Viernes Santo
a su modo y manera.
Unos sufriendo en su corazón la muerte de
Cristo. Lágrimas derramarán por la sangre del primer inocente. Se recogerán en
el silencio de su interior. Rezarán desde la sincera profundidad de su corazón
y pedirán otra vez más la escalera para desclavarle de la cruz. Sentirán en su
rostro la brisa suave y fresca de la
resurrección de aquel que había muerto.
Otros contemplarán la belleza de los
colores austeros, intensos y contrastados de las vestas de los cofrades con misteriosos
capirotes ocultando sus rostros. Hachas encendidas iluminando la obscuridad de
la medianoche. Cristos y Vírgenes esculpidos con la contrastada belleza que da
la realidad mezclada con el misticismo. El aroma de la primavera y las flores
se mezclan adornando los pasos. El silencio y a veces la algarabía del público
en las aceras interrumpido por los sones siempre lejanos de las bandas de
música o una voz que canta desde el minarete de un balcón. La emoción de la
belleza contemplada se transforma en callado llanto emotivo.
Aún más gente, desde las abarrotadas
aceras, contempla en sosegado y ceremonioso paso de las cofradías como el
espectáculo visto desde las barreras de las plazas taurinas. No se implican, no
se conmueven, sólo ven, que no contemplan, con ojos de turista. Entretienen el
hambre o la sed con el bote de refresco en las manos, masticando pipas,
mientras delante transita lo sublime.
Y luego anda la inmensa muchedumbre,
esparcidas y expuestas sus pieles al sol en las todavía frescas arenas de las
playas. El agua del mar levemente se toca con los dedos del pie: todavía las
olas tienen el temple frío del invierno. La cerveza del chiringuito y el
atardecer de la terraza están quizá más calientes. Para todos en el Viernes
Santo hay un tiempo y un lugar: el muerto al hoyo y en vivo al bollo.
¡Y mientras, el grito de Dios expirando,
retumba en el mar de las pateras, en los templos coptos y en las callejuelas de
Siria!
No hay comentarios:
Publicar un comentario