Un nieto, seminarista; otra, en Hermanitas del Cordero
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Durante 40 años, esta catedrática de Literatura enseñó la poesía
de los místicos españoles en el instituto. Enviudó, y descubrió que Dios le
llamaba para ser esposa de Cristo.
Teresa Gil Poy, a sus 73 años, ha superado los 5 años de postulanta y novicia y ya es monja carmelita. Como sus místicos y poetas preferidos.
Teresa Gil Poy, a sus 73 años, ha superado los 5 años de postulanta y novicia y ya es monja carmelita. Como sus místicos y poetas preferidos.
Siempre
fue "fan" de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. También
lo era su marido, Lucio Mas. Ambos fueron durante muchos años catedráticos de
Literatura de instituto. Se conocieron estudiando Filología románica, fueron de
viaje de novios a la ruta de Santa Teresa, por Ávila y Salamanca.
Tuvieron dos hijos. Lucio murió de un infarto a los 63 años. "Ya desde el funeral pedí a todos que diéramos gracias por todo lo que Dios nos había transmitido a través de mi marido, que no me dieran el pésame, sino que rezaran por mí".
Vida esponsal para siempre Y el 14 de septiembre de 2007, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, sintió la vocación. "Quería ser esposa, y después de haber sido esposa de un marido impresionante que me regaló Dios, me sentí llamada a ser esposa del mismo Cristo, algo mejor aún".
"Abuela, es broma que te vas de monja, ¿no?", le preguntó su nieta mayor, Ana, hace cinco años, cuando supo de la vocación de Teresa. Pero no era broma. Y el pasado 30 de septiembre, pasados los años de novia, el arzobispo Carlos Osoro, en el monasterio valenciano de San Juan de la Cruz, en Villar del Arzobispo, presidía la ceremonia de sus votos en la que tomaba un nuevo nombre: Teresa de Cristo Crucificado.
Nietos contagiados Su nieta Ana no pudo asistir... ¡porque está iniciando su postulantado en Francia la congregación de las Hermanitas del Cordero! Otro de sus siete nietos, José, se prepara para ser sacerdote en el seminario de Moncada, y está ya en cuarto curso.
¿Contagió la abuela a los nietos? Sí acudieron a la celebración numerosos feligreses de la que había sido su parroquia en Valencia, San Miguel y San Sebastián, y miembros de comunidad neocatecumenal.
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