Decimos siempre que Jesús tenía un gran poder de convicción. También creemos que aquel que tiene una buena disposición hacia el bien está muy cerca del Evangelio e inevitablemente, si es invitado, por el mismo Jesús, cae en sus redes.
Pues no. También Jesús tuvo
sonados fracasos en su acción pastoral, a pesar de su seducción, a pesar de que
todo podía parecer fácil. El joven (rico) es un ejemplo. Una persona que era
buena, cumplidora, adornada de muy
buenas virtudes, con un corazón lleno de valores como decimos ahora. ¡Y le dijo
no al Señor!
¿Qué fue de él después? ¿Se tiraría
al vicio y al desenfreno como el hijo pródigo? ¿Se convertiría en un potentado depredador?
¿O en un banquero codicioso? ¿O en un político fraudulento?
Yo quiero pensar que algunos
meses más tarde, este mismo joven volvería sobre sus pasos, recordaría lo que
le aconsejó Jesús, viviría con el corazón lleno de solidaridad y sería admirado
y respetado por su filantropía.
¿Por qué no? ¡Dios nunca nos
da una sola oportunidad!
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