En octubre es cuando de verdad empezamos ya la vida
cotidiana, trabajo y descanso diario cuyo ritmo,que aunque a veces fatiga, te ayuda a encontrarte más a ti mismo.
Las vacaciones bien están, pero muchas veces son un sofoco y tienen más valor
cuando las recordamos, que cuando las vivimos.
Son además una total injusticia:
cuando yo estoy en su disfrute, otros están currando y viceversa: a mí me crean
mala conciencia. Y más: cuando tú tienes vacaciones otros, que se lo merecen más, no las tienen, ni las pueden tener. ¿O no?
¿Qué queda ahora de ellas? Lo mejor, su recuerdo. Para mí,
los días de montaña en el Pirineo y los días de mar de Asturias. Algunos libros
que leí y un montón de fotos que ahora puedo visionar en la pantalla del
ordenador. ¡Todo es pretérito!
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