En mi velada de la noche pasada pude ver
-mejor dicho, contemplar- la película "El molino y la cruz" (2012), del
cineasta polaco Lech Majewski.
Una película rara, extraña pero admirable-
que gira alrededor de los paisajes y figuras del cuadro de Pieter Brueghel, el
Viejo, "Camino del Calvario" pintado en el siglo XVI.
Interpretada por algunos actores de gran
renombre cuya carrera ya está completada: Michael York, Rutger Hauer, Charlotte
Rampling, con escasos diálogos, nos
presenta la vida interior de las figuras que viven dentro de ese cuadro famoso.
El molino y la familia del molinero, situados en lo alto de una peña, trasunto
de la presencia “nutritiva” de Dios sobre el mundo. Las familias campesinas y sus
revoltosos hijos. La precaria vida de los aldeanos en su comercio primitivo. La
crueldad y tortura que los holandeses sufrían en las "razzias" de los
soldados de los ejércitos españoles que por entonces ocupaban Flandes. En fin,
toda la vida y a veces belleza cruel que se puede contemplar en esta pintura cuyas
principales figuras son la Virgen Dolorosa y su Hijo con la cruz.
El aspecto pictórico de cada fotograma
está logrado gracias a un gran sentido de la composición, a un cuidado extremo
de los detalles de la naturaleza, a un atuendo adecuado y muy cuidado en el vestuario,
y también a una iluminación reforzada por los efectos especiales
Sin duda, una de las películas más bellas de esta temporada. Una reflexión sobre el arte, sobre la función social de la imagen que va más allá de la aparente temática religiosa, como siempre ocurre en Brueghel. La cámara llega donde nuestros ojos ni siquiera hacen el esfuerzo. Una película que nos enseña a ver. Nos cuesta tanto ver una pintura, leerla, interpretarla, reflexionar sobre ella... Esta película lo consigue. Además, es un prodigio técnico con una brillantísima puesta en escena.
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