He disfrutado de unas breves vacaciones en Suiza. Me han
servido de relax, aunque no por ello, físicamente, haya descansado. Ya se sabe:
en los viajes donde hay que ver muchas cosas, se anda, anda y anda… Al final de
la jornada acabas reventado pero contento por lo que has visto.
Y he visto un país que responde al tópico: muy limpio, muy
ordenado, muy tranquilo y… muy próspero. Edificios y monumentos históricos muy
bien restaurados (apenas hemos visto andamios protectores o que soportan su ruina),
edificios muy modernos de cristal y aluminio, jardines esmeradadmente cuidados (ni un
papel, ni una caca de perro en el suelo), la gente elegantemente vestida,
muchas flores, muchos prados verdes y resplandecientes y muchos ríos y lagos de
claras aguas. Aunque la lluvia nos puso a remojo más de una vez, los paraguas e
impermeables nos permitieron hacer las visitas pertinentes.
Los precios por las nubes, y eso que éstas abundaban en el
cielo. Los Alpes Suizos espectaculares. El chocolate suizo, delicioso. Todo muy
bonito, pero yo echaba de menos en algún momento, mi casa, mi barrio y sus alrededores.
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