He estado una semana en Benasque. He regresado una vez más a esos paisajes del alma que descubrí hace muchos, muchos años. En mis pupilas se quedaron grabados hace mucho tiempo el perfil de las montañas, la penumbra de los bosques y en mis oídos el silencio de las sendas, el fragor de los torrentes, el canto de los pájaros, el murmullo del viento en las hojas de los abedules. Llegarme hasta allí, hasta el valle de Benasque, es como retroceder al tiempo primigenio donde la naturaleza y el alma reverdecen a la vez.
He estado en Benasque una semana y allí me he encontrado con unos amigos que son los que llevan el Hotel Ciria, donde me he hospedado. Las largas conversaciones con Josemari, las atenciones de Estrella, la simpatía de María, la increíble cocina de Dionisio, el buen servicio y presteza de Santiago y Ángel… Aunque estés lejos, alli te sientes como en tu casa… Por todo ello doy gracias.
Dicen que el cuerpo es el espejo del alma y también yo diría que la naturaleza se espejea en el corazón, que ésta se refleja en su espíritu. Una vez más , el orgullo de la montaña grandiosa, la exuberancia de las plantas, el resplandor del aire puro, han fortalecido mi interior. Así lo he vivido yo en estos días de descanso: los montes y los bosques, los rios y las flores y sobre todo, los amigos, reflejan la belleza que Dios nos regala.
Estimado José Luis expresas con palabras los sentimientos desde la emoción. Necesito también decir desde el mismo corazón que nos empuja hacia el amor de las personas gracias cariño que tenemos la profundidad de este valle singular decirte y darte las gracias por nuestra libertad expresarnos resta forma Asia la naturaleza y la amistad dentro de las relaciones aunque sean esporádicas porque cuando solté verdad dejan huella
ResponderEliminar