miércoles, 21 de julio de 2021

LA MISA DE LA CAVERNA










El papa Francisco ha eliminado la posibilidad de celebrar la misa tridentina o tradicional,  siguiendo el rito de antes del Concilio Vaticano II, según el misal del año 65. Yo conocí, cuando era niño, y viví esos ritos litúrgicos. Ya sabéis, en latín con el sacerdote, revestido con casullas-guitarras, dando la espalda al pueblo, con múltiples genuflexiones y cambios de lugar del misal a un lado y otro del altar, etc. Era todo un “arte” para los que queríamos ser monaguillos. Cuando el Concilio Vaticano II promulgó la reforma litúrgica, la eucaristía se transformó en una ceremonia más clara y abierta, que ayudaba al pueblo católico a vivir y comprender los muchos sentidos que tiene la santa misa. Un rito totalmente humanizado, que llegaba a todos y a todos invitaba a participar.

Pero no a todos los católicos gustó, y las cosas se torcieron.

 

Un obispo levantisco se rebeló contra Roma y no aceptó ese nuevo rito que abolía la misa de antes y estuvo a punto de crear un cisma. No reconocía la autoridad del Papa ni tampoco la del Concilio. Hubo muchos rifirrafes y los papas -Montini, Wojtyla, Ratzinger- “negociaron” con él para evitar el desastre de una ruptura y consiguieron la obediencia a cambio de autorizar la misa “antigua” o llamada también “ad orientem” (o sea que el altar y el sacerdote deben estar orientados hacia el este, donde se supone retornará Jesucristo).

 

El obispo Lefèvre murió y los seguidores suyos los lefrevianos se convirtieron en un residuo prácticamente y con el tiempo totalmente irrelevante. Pero hay todavía muchos “herederos” dispersos de esas posturas integristas. Con sus ritos especiales -el uso de latín, la comunión de rodillas y en la boca (¡en estos tiempos tan virales!) que intentan romper la unidad de la Iglesia al no respetar lo mas importante y emblemático de la fe católica: la celebración de la Santa Misa o Eucaristía. 

 

El documento del Papa Francisco -llamado “Motu proprio”- ordena cesar esos privilegios porque “aumentan las distancias entre los cristianos, endurecen las diferencias y construyen más oposiciones”) y faculta a los obispos a permitir en contados casos la celebración de la misa según el ordenamiento del misal del año 1965. Aquí podremos advertir de que pie cojean algunos prelados. Como era de esperar ya ha habido respuestas por parte de los más integristas y también por el cardenal Müller, -enemigo irreconciliable del Papa Francisco- una desafortunada declaración.

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