Escribirá en el dorso del invierno
hastiado del olvido.
Aterida el alma se asomará
al bruñido paisaje
por la nieve de los años.
Y el silencio quebrará
el hielo de la vida.
Azulados ojos escrutarán
el secreto de la muerte.
Su asombrado pasmo
esculpirá para la lápida
el epitafio predestinado.
Sólo entonces, sólo así,
llegará el tiempo del verano:
pájaros, flores y frutos
serán su cosecha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario