Ya ha llegado, para
mi amigo Rafael Reig, la hora deseada: retornar a la Casa del Padre, de la que
salió, al nacer, hace 50 años. Una cruel
enfermedad lo ha llevado a una muerte anunciada, que él, en voz alta, nos comunicó con valor y alegría en la celebración de sus bodas de plata
sacerdotales, ahora casi un año. Cuando
nos lo decía públicamente con entereza, gozo e incluso buen humor, nuestros corazones temblaban y
palpitaban de tristeza y emoción al ver el gran testimonio de fe en Jesucristo, muerto y resucitado, que nos daba. Yo andaba relacionado con él, pues ambos coincidimos -distanciados en el tiempo- en el mismo primer destino pastoral: ser curas en La Yesa, La cuevarruz y Abejuela, allá en la Alta Serranía. Además soy gran amigo de su hermano Pepe, muchos años compañero en la enseñanza.
Natural de la localidad alicantina de Cocentaina,
Rafael Reig Armiñana recibió la ordenación sacerdotal en la Catedral de
Valencia en 1988. Su primer destino fue como párroco de las localidades de La
Yesa, Alpuente y sus pedanías. Posteriormente, fue párroco de la Sagrada
Familia, de Torrent, de 1992 a 1997. Desde 1997 a 2002, fue rector de los
Seminarios Diocesanos “Mater Dei” y “Redemptoris Mater” de Castellón. En 2002 fue designado párroco de los Santos
Juanes, de Cullera, y en 2010 fue nombrado por el arzobispo de Valencia,
monseñor Carlos Osoro, vicario episcopal territorial de la Vicaría VII de la
archidiócesis.
Bendito seas Rafa, gracias por tu testimonio, descansa en paz y sigue ayudándonos desde el cielo.
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