Son bastantes las personas
que, a lo largo de estos años, se han ido alejando de Dios, casi sin advertir
lo que realmente estaba ocurriendo en sus vidas.
Hoy Dios les resulta un «ser extraño». Cuando entran en una iglesia o asisten a una celebración religiosa, todo les parece artificial y vacío. Lo que escuchan se les hace lejano e incomprensible.
Tal vez la experiencia más importante para encontrar de nuevo a Dios es sentirse a gusto con El, percibirlo como presencia amorosa que me acepta como soy. Cuando una persona sabe lo que es sentirse a gusto con Dios a pesar de su mediocridad y pecado, difícilmente lo abandona. Recordemos las palabras de Jesús a la samaritana: «Si conocieras el don de Dios... le pedirías de beber y él te daría agua viva».
Muchas personas están abandonando hoy la fe sin haber saboreado a Dios. Si conocieran lo que es encontrarse a gusto con El, lo buscarían. (J.A. Pagola)
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