“La casa es la
concavidad del cobijo, de la misma manera que el cuenco formado con las manos
lo es del don. El tejado de la casa se parece a la figura de las manos juntas
mirando hacia abajo; las palmas serían el techo. El cuenco se hace con las
manos juntas hacia arriba. Con el cuenco
se da y se ofrece; con el techo se guarda y se ampara. En el cobijo lleva al don.
Se da en casa y se sale de casa para dar. Es efectivamente la casa lo que acompaña (como condición o como
intención) el don, antes que cualquier intercambio.” Pág. 45
“LA RESISTENCIA ÍNTIMA.
Ensayos de una filosofía de la proximidad”. Joséf Maria Esquirol. Acantilado,
Barcelona 2015
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