Lentamente
y poco a poco el papa Francisco está realizando su gran proyecto de reformar la
Iglesia, algo que siempre hay que desear y realizar (“¡Ecclesia semper reformanda!”). Algunos quizá tenemos prisa,
porque con su edad no puede retardarse mucho tiempo. Que Dios le dé salud y
vida! Quizá la lentitud se deba también a que no le dejan y se resisten y él no
quiere levantar revuelos. Cada vez más se están reagrupando alrededor de
ciertos altos jerarcas, obispos, cardenales que intentan calladamente ralentizar lo que el papa Francisco quiere:
hacer una iglesia accesible, abierta, familiar y cercana al pueblo (lo que
aquel buen Papa Juan XXIII comenzó).
Uno
de los grandes jerarcas de la iglesia, concretamente el responsable de la Liturgia
y Santas rúbricas (o sea el que tiene que controlar el modo de celebración de
los sacramentos y sus ceremonias religiosas) parece empeñado en dar marcha
atrás a todo lo que el Vaticano II logró en la apertura en lo que podríamos
llamar el espíritu de la liturgia. Parece empeñado en cerrar puertas y ventanas
de un estilo abierto en la celebración de la misa, seguramente para salir al
paso de los excesos y aberraciones que algunos curas realizan. Pero esos son
muy pocos, la inmensa mayoría intentan, siguiendo las normas de Roma, realizar
las celebraciones con verdadero espíritu religioso y litúrgico y pastoral.
No sé
si el cardenal Sarah que así se llama el Presidente del Dicasterio de Liturgia
y Sagrada Rúbricas (¡toma título!) tuvo algo que ver con el cambio de “por todos los hombres” con el “por muchos” de la consagración que se
nos ha impuesto. Ahora, llamado por un obispo muy conservador aquí en España,
en una conferencia afirma que los sacerdotes no debemos ser tan próximos a los
fieles en la liturgia, que el lenguaje que en él se usa no debe ser tan
explícito… Este mismo cardenal hace unos meses se descolgó insinuando que en la
misa el cura debía dar la espalda a la asamblea. Menos mal que desde más arriba
de rectificaron.
Yo
creo que el papa Francisco aquí, aunque parece cosa baladí, debería intervenir.
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