Veo “Gracias a Dios“ película que está a punto ya de salir de las carteleras de estreno y que pese a su excelente calidad artística, no se le ha prestado demasiado atención; en Francia ha creado una gran polémica y la han visto casi un millón de espectadores. El tema es de rabiosa actualidad: las acusaciones a la iglesia católica por haber ocultado muchos casos de pederastia ocurridos en su seno. Habla concretamente de un cura de Lyon que abusó de más de sesenta niños, ante la inoperancia y «laissez faire» del cardenal de aquella ciudad, monseñor Babarin.

El otro momento, casi el epílogo de «Gracias a Dios», menos espectacular y sí muy significativo, es cuando el hijo mayor de una de las víctimas de los abusos le pregunta a su padre, muy creyente, si aún conserva la fe. El daño que todo esto ha hecho a la Iglesia por sus tardías y negativas reacciones es enorme. Y hay que recordar que estos actos criminales no son sólo un pecado, son un delito, hay que contemplar primero el daño y las víctimas, no hay excusas posible ni plausibles y sólo con la justicia se pueden resolver… ¡Me duele la Iglesia!
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