domingo, 28 de abril de 2019

MIRLOS EN MI CALLE



MIRLOS

Al atardecer de estos días de primavera,
en la calle donde yo vivo
-las aceras ornadas de naranjos-,
los mirlos anuncian, ocultos en ellos,
con su traje negro, sus patas rojas y el pico naranja,
que se acerca la oscura noche.
Con sus melodiosos y breves gorjeos
y sus poderosos silbos,
mudan la tranquila calle de los árboles domésticos
en lugares lejanos, soñados bosques, 
selvas recónditas,
cruzadas por caudalosos ríos misteriosos.
La calle es el caudal del agua que fluye, 
las aceras son las riveras dónde centellea el agua,
pululan peces, culebrean reptiles, cabecean los juncos.
Los coches y las motos, 
gabarras y canoas que surcan la corriente
El amarillo canto del mirlo oculto
que halla refugio en la fronda oscura del naranjo,
parece un aviso de la continuidad del mundo.













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