Ahora una lluvia suave, delicada, está cayendo sobre la calles de mi ciudad de Valencia, donde tan poco suele llover, y, cuando lo hace, es con estrépito y casi brutalidad . Ahora, en medio de esta lluvia mansa y fina que veo a través de los cristales de las ventanas de mi casa, acabo la lectura de la novela de Luis Landero "Lluvia fina". La he leído casi en un pispás; tan interesante y sobre todo tan bien escrita que está.
Una familia cuyos miembros ya se han dispersado por la vida y donde el hijo menor decide convocarlos para celebrar el ochenta aniversario de la madre. Unas llamadas telefónicas, al recibir la convocatoria, despiertan en todos ellos los recuerdos, vivencias y experiencias de su vida cuando vivían juntos. lo que podría parecer motivo de unión, tiene como consecuencia el reavivar rencillas, frustraciones desamores y odios.
En ningún momento parece imposible la presencia del perdón y comprensión. No existe en ningún momento la misericordia, el sentimiento verdadero de la fraternidad. Es un relato duro y amargo donde las apariencias de las familias normales ocultan las realidades tristes y a veces sórdidas que se viven en el seno de los grupos familiares, en total secreto y anonimato.
Luis Landero domina muy bien el discurso narrativo con una prosa formidable y admirablemente construida, mezclando sin solución de continuidad los monólogos y diálogos de una novela que se lee sin respiro y que acaba de un modo inesperado y abrupto, donde el sacrificio tiene su lugar. Como la lluvia mansa y suave su lectura cala en el lector provocando un sentimiento de fatalidad y tragedia. Una gran novela.
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