lunes, 9 de marzo de 2020

LA COMUNIÓN EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS


¿En la boca o en la mano?

Hace dos días recibíamos los sacerdotes una nota de la Conferencia Episcopal (del secretariado) que nos daba las instrucciones para celebrar la reuniones litúrgicas o actos de culto en este tiempo del corona-virus. En dichas normas se establecen cuestiones que son de puro sentido común y que en el fondo siempre se deberían haber observado: por ejemplo, a mí la devoción del agua bendita o besar las imágenes siempre me ha parecido algo muy poco higiénico y peligroso para la salud. Son ritos que proceden de otro tiempo y en ello sin duda no está la esencia de la fe cristiana.

Hoy el Arzobispado de Valencia ha emitido también prácticamente las mismas normas pero con más rigor: entre ellas destaca el no darse la paz en la misa con el saludo de apretón de manos (y menos abrazarse) y el obligar a todos a comulgar en la mano.Tal vez lo más duro sea esto segundo. Porque además, la cuestión de comulgar en la boca o recibir la comunión en la mano se ha convertido para algunos creyentes fundamentalistas en una cuestión casi de dogma de fe.

Creen que con la comunión en la boca no se falta el respeto a tan alto sacramento, lo cual es una barbaridad. La presencia real de Jesús en la hostia no se puede interpretar de ese modo. Con la misma devoción, respeto y fe se puede recibir la comunión, tomándola en la mano. Los niños pequeños reciben la comida en la boca, cuando ya se es mayor se toma con la mano.

Ahora se presenta una auténtica coyuntura. Pero por amor a los hermanos, por seguridad sanitaria, no se debe dar la comunión en la boca: el aliento (¡cuando no, la saliva!) del que comulga se queda en las manos del sacerdotes y puede transmitirse al que que comulga detrás.

Lo triste puede ser que, algunos que quieren comulgar en la boca, crean que hacerlo así, les va a convertir en héroes o en mártires de la Eucaristía. 

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