miércoles, 25 de marzo de 2020

¡MI AMIGO, QUE SE HA CURADO!


¡Mi amigo, curado!

Acabo de hablar por teléfono con un compañero con el que me he tratado como amigo  entrañable durante más de 50 años. Ayer le dieron el alta en el hospital y está ahora en su casa, en un confinamiento total que le tiene que durar por lo menos quince días, convaleciente después de haber contraído el coronavirus. Hace ya un mes que se sintió indispuesto y por su propio pie entró en el hospital donde allí se quedó en aislamiento total. 


Me dice que médicos y enfermeros se portaron con él maravillosamente, que lo cuidaron con gran esmero y celo y que ellos son los que lo han sacado de ese gran pozo en el que estaba hundido. Que durante más diez días -en el tiempo álgido de la enfermedad- pensó  que se iba, que perdía irremediablemente su vida. Me dice que su fe en Jesucristo, el Señor, el Resucitado, le ha dado coraje y valor y le ha ayudado muchísimo a

soportar lo indecible, y que ahora cree que es un hombre nuevo, y que cuando pase todo esto, su nueva vida va a ser un testimonio de la alegría de vivir que le parecía perdida.

Escribo todo esto porque es una buena noticia para mí y para todos, ahora que todavía andamos en la oscuridad del túnel que estamos recorriendo del que aún no vemos la luz de la salida. ¡Bienvenida, esperanza, y  enhorabuena, amigo, porque tú ya la has visto!

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario