Leyendo el Decamerón de Bocaccio
Ayer leí unas cuantas páginas del “Decameron” el libro que escribió en el siglo XIV Giovanni Boccaccio. Recuerdo que cuando era joven, en el seminario era una lectura prohibida, seguramente porque había algunas páginas de contenido erótico que nos podían “marear”. ¡Era la censura de aquel tiempo!...
El libro del Decameron es un una recopilación de cuentos que diez florentinos - siete mujeres y tres hombres- refugiados en una villa del campo, inventan para pasar el tiempo mientras la cercana ciudad de Florencia está sitiada por causa de la peste. De estos cuentos, unos son muy trágicos, graves y serios, otros llenos de humor y picardía. Hace años Pier Paolo Pasolini realizó una versión cinematográfica.
He leído un buen rato el “Decamerón” porque cuenta una situación dramática que, ahora también nosotros, estamos padeciendo: la ciudad sitiada por el grave peligro de la enfermedad (en aquel tiempo la terrible peste bubónica). Porque además nos muestra una posible actitud que a veces parece difícil ante ese espanto que todos tenemos a la muerte. Boccaccio dice que ya que hemos de morir y que del mañana no sabemos, disfrutemos entonces del hoy que vivimos y no apostemos tanto por el futuro. La esperanza hay vivirla en presente. Puede parecer suicida y muy difícil pues parece una huida hacia atrás.
Pienso que quizá en nuestra situación actual, que salvadas las distancias, estamos padeciendo, una buena salida de nuestros miedos, angustias y zozobras sea la reflexión sobre lo que hemos vivido y lo que hoy somos y el agujero del agobio y la angustia, rellenarlo de humor, de ingenio, y de broma, como contrapeso a tanto agobio… puede parecer pagano, pero ¿no es Dios quien nos dice que nos aferremos a la vida?
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