El domingo pasado pasé una tarde muy feliz y multitudinaria.
Pude asistir a la fiesta de mi parroquia de San Francisco de Asís de Llíria. Es
una de las tres que hay en esta ciudad y para mí es una dulce parroquia-
bombón, un sitio donde uno se encuentra siempre muy a gusto. (Aunque a mí alguno
me quiera hacer “persona no grata”).
Lo que digo, una parroquia con una feligresía modélica, agradable
y amable.
Era un gozo ver la intensa
devoción con que viven la fiesta de la Purísima Virgen en su Inmaculada
Concepción. Engrosando las filas de la procesión había mucha gente; en las
aceras, contemplando el desfile, aun más. Todos con un respetuoso silencio. Se
hace algo larga porque el anda pesa mucho (y eso que la llevan fornidos portantes con sus penachos de plumas que
recuerdan los indios de las misiones franciscanas en América) y hay además que
sortear los cables que cruzan las calles.
Luego, el bullicio, emoción y alegría al acabar la procesión
nombrando a los mayorales y festeros de la
fiesta del año próximo. Una delicia.
Desde aquí mi felicitación a la Corte de María, festeros, portantes,
“angelets”, franciscanos y “frarets”, “purisimeros” y cura párroco. Ad multos annos!
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