Habitualmente,
cuando voy al centro de la ciudad y paso por la Basílica de la Virgen, mis pies
casi en obligan a entrar a ver a la Mare de Déu. Allí, ¡qué a gusto me siento!
El calor de una madre que te besa y acuna se palpa mirando a la Virgen de los Desamparados. Hablo un poquito
con ella, le pido por la gente que sé que necesita ayuda y le rezo una Salve. Después
me voy a hacer los recados que tengo entre manos.
Por
eso estoy contento porque mañana, domingo, y en la Iglesia de san Martín (calle
san Vicente) se va a abrir una capilla con el Santísimo expuesto día y noche. Y
así, cuando pase por allí, que con gran frecuencia
lo hago, podré parar y estar un ratito delante
del Señor Sacramentado, quien como un amigo me estará esperando.
Ya
sé que a Jesús te lo puedes encontrar en cualquier parte y con él puedes departir
en cualquier momento, pero su presencia real y eucarística hace que esos momentos
de oración sean un privilegio. Ha sido una excelente idea crear esta capilla
abierta las 24 horas para encontrarse con Jesús, para hacer parada y fonda.
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